Cierra los ojos y símplemente piensa en verde. Piensa en el intenso olor a hierba mojada después de una tormenta de verano. Piensa en el viento fresco de la montaña, ese que te eriza la piel. Piensa en pequeños lagos de agua rodeados de preciosos picos montañosos. O piensa en esos picos y disfruta del lago desde allí. Piensa que estás en el interior de la Tierra, en una cueva con kilómetros de formas imposibles, de formas impensables. Piensa en Austria y en Eslovenia.
Pero por qué pensarlo...
si puedes vivirlo.