martes, 16 de enero de 2018

Islandia- Ruta de un día por los Fiordos del Oeste


   Quizás sea porque se encuentran allí, en ninguna parte, unidos por un estrecho istmo, como queriendo pasar desapercibidos. De reojo los ves en aquel mapa de Islandia y te preguntas qué tendrán para que algunos viajeros se animen a conocerlos. En un primer momento, no te merece la pena, no quieres desviarte de la ruta establecida. Tienes miedo de tener que marcar más puntos en un mapa que ya parece del todo completo. Pero Islandia no es completa sin los Fiordos del Oeste. Y es que están en esa porción de tierra que queda alejado de todo y, sin embargo, todo lo tiene. En este post os invitamos a descubrir la zona más inhóspita del país y, por lo tanto, menos turística. Una ruta de un día en coche descubriendo los Fiordos del Oeste.


Ruta de un día por los Fiordos del Oeste


   Nuestro punto de partida para recorrer los fiordos fue el pequeño pueblo de pescadores de Hólmavík que cuenta con el curioso Museo de la Brujería y Hechicería Islandesa (9:00-18:00). Desde allí tomamos la carretera 61 hasta Reykjanes, un recinto que cuenta con un hotel, una zona de acampada y una piscina termal. Pronto comenzaría uno de los recorridos por carretera más brutales que hemos hecho nunca. 




   Serpenteamos varios fiordos mientras intentábamos no parar el coche cada pocos metros. Una misión imposible teniendo en cuenta que el paisaje te invita a parar, respirar y disfrutar. Algunos más estrechos, otros más anchos pero todos absolutamente deliciosos para los sentidos. En el camino, una curiosa casa rural atrae la mirada de los viajeros que pasan por allí. Se trata de Litlibaer, un café que cuenta con un minúsculo museo y un dueño que os puede explicar los mejores lugares para ver focas en la zona.



   Llegando al pueblo de Súdavík las vistas se magnifican. En el horizonte comienzan a observarse las cumbres nevadas de las montañas que reposan en la bahía de Hornstrandir. Dicen que la península del mismo nombre es uno de los lugares más auténticos a nivel paisajístico de toda Europa pero no disponíamos de tiempo suficiente ya que se requieren varios días para visitarla y algo de flexibilidad ante los giros inesperados que puedan ocasionar en vuestros planes las cambiantes condiciones meteorológicas de la zona. Sin duda, un lugar que posiblemente visitemos si hay una tercera vez en el país del hielo y el fuego. Y la habrá.

Vista de la bahía y península de Hornstrandir desde la carretera
   Volviendo al pueblo de Súdavík, poco más tiene que ofrecer aunque es interesante saber que en él podéis encontrar el Centro de Investigación del Zorro Ártico. Un lugar que da la bienvenida a investigadores y voluntarios que quieran embarcarse en alguna aventura en busca de este animal único.

Súdavik
   De nuevo al volante, cada última curva con la que despedíamos un fiordo se tomaba con la tensión propia de lo inesperado, de aquello que encontraríamos al otro lado, de un nuevo fiordo dispuesto a sorprendernos. Y lo hacía. Mientras tanto, cada instante se empeñaba en consumir espacio a pasos agigantados en la tarjeta de memoria de nuestras cámaras. Cuando parábamos a observar, sólo el "click" de la foto sacudía al silencio y la tranquilidad que acompañaban nuestros pasos. Así llegamos a Isáfjördur, la conocida como capital de los fiordos occidentales.

Isáfjördur desde el fiordo
   Isáfjördur está enclavada en uno de los fiordos y, a pesar de ser la ciudad más poblada de la región, se ve diminuta comparada con las montañas que la vigilan a escasos pasos. Merece la pena recorrer sus calles y disfrutar de algunos de los antiguos edificios que se construyeron allá por el s. XVIII. Es una ciudad con multitud de servicios (gasolineras, restaurantes, cafés, supermercados, etc.).




Tip: desde Isáfjördur salen ferrys que hacen parada en varios puntos de la península de Hornstandir. Los precios parten desde unos 10.000 ISK (80€) por persona y trayecto. Para más información, podéis visitar la página de West Tours.


   Dejando atrás Isáfjördur, ponemos rumbo a la Península de Þingeyri. Viendo cómo las montañas van envolviendo un increíble paisaje entre fiordos, no es de extrañar que la llamen los "Alpes noroccidentales". Es, sin duda, uno de los lugares más salvajemente bellos de Islandia y un lugar perfecto para los amantes del senderismo. Eso sí, la carretera que, hasta ahora era de asfalto, se torna en gravilla compacta y hace que las numerosas subidas y bajadas deban realizarse lentamente. La mejor excusa para disfrutar del paisaje.





  La tierra de gravilla nos continúa dejando paisajes asombrosos a ambos lados de la carretera y nos tiene preparada una sorpresa final en forma de cascada. A lo lejos, parece una pequeña linea blanca entre las erosionadas paredes verticales por las que se desliza. Un diamante que reluce entre las piedras. Ante nosotros teníamos la cascada de Dynjandi.


   Al llegar a ella, sus 100 metros de altura nos cortan la respiración. Pequeños saltos de agua van acompañándonos en un ascenso que nos hace darnos cuenta de que aquel pequeño diamante ya no lo es tanto y ruge con fuerza ante nosotros. Su preciosa caída en forma de cola de caballo es un auténtico espectáculo natural que merece la pena contemplar. Otra vez más, Islandia nos vuelve a retumbar el corazón como ya hizo cuando nos enfrentamos a aquel monstruo llamado Detifoss.




   Recuperando el aliento, ponemos rumbo a Brjánslaekur, puerto desde donde tomaríamos un ferry hasta Stykkishólmur. Desde el barco nos despediríamos del que había sido uno de los lugares más impresionantes de nuestro viaje a Islandia: los Fiordos del Oeste. Pero, antes de llegar al puerto, atravesaríamos el fiordo Bredafjördur disfrutando de la vista de la diminuta isla de Flatey y de multitud de frailecillos que habitan en su entorno.

Tip: Recomendamos reservar los billetes de ferry con antelación. Puede hacerse desde cualquier punto de información turística del país o desde la página web de Seatours. El precio oscila entre los 5.500 ISK (40€) por persona y  por coche. El trayecto es de 2 horas y media en total con una pequeña parada en la isla de Flatey.



Puerto de Stykkishólmur


Datos de nuestra ruta por los Fiordos del Oeste


Recorrido por carretera: Salimos desde Hvammstangi y tomamos la Ring Road hasta la carretera 68. Desde ahí tomamos la 59 (grava), la 60 y la 61 hasta llegar a Hólmavík (en 2 horas). De nuevo la 61 hasta Reykjanes y, por la misma carretera hasta Þingeyri pasando por Isáfjördur. Ahí tomamos la carretera 60 (grava) con subidas y bajadas pronunciadas hasta la cascada de Dynjandi. Por último, directos hasta Brjánslaekur por la 60 (grava) y la 62. Ferry hasta Stykkishólmur.

Horario: Salimos a las 5:30 de la madrugada, tomamos el ferry a las 19:00 y a las 21:30 estábamos llegando a Stykkishólmur.

Kilómetros totales: 540 km + ferry.

Coche: Nosotros realizamos este recorrido con un turismo. Si queréis visitar otras zonas de los fiordos del oeste, os recomendamos que preguntéis en las oficinas de información turística ya que hay carreteras que son únicamente accesible con 4x4. 

Gasolineras: Existen pocas gasolineras en la zona así que os recomendamos ir con el depósito lleno. En Stykkishölmur podéis encontrar varias gasolineras.


Cuándo visitar los Fiordos del Oeste


   Dado que estamos hablando de una de las zonas más inhóspitas de Islandia, el cierre de carreteras en invierno es bastante habitual. Este dato, unido a las pocas horas de luz de esta estación, hacen que el verano sea la mejor época para visitar los Fiordos del Oeste. Si queréis más información - en base a nuestra experiencia - os recomendamos leer el post "Cuál es la mejor época para visitar Islandia".

   Aún así, incluso en verano os recomendamos que los días previos preguntéis en las oficinas de información turística acerca del tiempo que va a hacer en vuestra visita a los Fiordos del Oeste ya que es desaconsejable visitarlos con lluvia o vientos fuertes, sobre todo si no se dispone de un coche 4x4.

   Como véis, fue una zona que nos encantó y, en nuestra opinión, se merecería recorrerla con más calma y en varios días. De todas formas, no tenemos ninguna duda de que es mejor verlo en un día que no verlo. Si sólo disponéis del mismo tiempo que nosotros, lanzaros a descubrirla porque es un lugar que no os va a defraudar.

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